Al hablar de la gastronomía margariteña lo primero que viene a la cabeza es el mar. La imagen de comer un pescadito con tostones a la orilla de playa es la postal ideal para recrear lo que la comida de la Isla significa.
El pescado forma parte vital del hombre desde tiempos inmemoriales y es esa cocina, con sabor y aroma de océano y en todas sus variantes, uno de los principales atractivos de la Perla del Caribe.
En Margarita encontramos riqueza gastronómica en todas las esquinas, con las expertas empanaderas que con destreza elaboran esos delgados pasteles crujientes de harina de maíz, rellenos con gustosos guisos de pescados y moluscos; ña tortilla de erizo, el pastel de chucho, el hervido de pescado, el arroz con chipichipi o guacucos. Apenas algunos ejemplo de las delicias que comen diariamente en la región insular.
La mejor empanada la de Margarita
Son las 8:00 de la mañana de un domingo cualquiera. Las mujeres en el Mercado de Conejeros, con las manos en la masa, sacan una detrás de otra las peticiones más variadas de los clientes. El mercado está lleno de clientes que decidieron desayunar esa mañana las famosas empanadas. Desde las desde siempre de pollo, carne y queso hasta las combinaciones menos pensadas, como plátano con queso, mechada con caraotas, pollo con queso, dominó o pabellón. No obstante, las de cazón, triple perla, pulpo y hasta viagra margariteña son las recomendaciones de “las que saben”: las empanaderas.
En la Pampatar fue inaugurado el “bulevar de la empanada”, donde agruparon a todas las mujeres de la zona y donde el comensal puede desayunar con la imponente vista de la bahía frente a frente.
Pastel de gentilicio insular
Casi podría decirse que decir Pastel de Chucho es decir Margarita. Fue hace casi tres décadas cuando el conocido cocinero Rubén Santiago transformó el complicado cuajado de pescado en este plato, que se ha hecho tan famoso que no hay restaurant que se precie de ser margariteño que no lo tenga dentro de su carta.
El antiguo cuajado, cuyo ingrediente principal es el chucho, contenía entre sus ingredientes predominantes el huevo y la papa, los cuales, hablando en términos comerciales, so son prácticos para su conservación luego de pasadas unas horas, explica Santiago.
Otro tipo de pastel típico un poco menos conocido, pero sin duda igual de delicioso, es la tortilla de erizo, que es preparada de forma casi exclusiva en el restaurante de Chona, a la entrada de San Juan Bautista.
Del mar a la mesa
El sancocho o hervido de pescado, uno de los platos más tradicionales de la Isla, siendo condición indispensable que lleve plátano tierno o topocho y ají dulce, que es el condimento más importante utilizado en la cocina regional. La especie depende de la temporada y de lo que traigan los pescadores de sus faenas ese día. A la popular Rosenda en playa Manzanillo se le atribuye la preparación del mejor hervido de la Isla.
Cada pueblo de Margarita tiene sus propias maneras de aderezar y preparar la comida, sin que esta cambie en el fondo, sino simplemente en pequeños detalles que hacen resaltar las cualidades o bondades de algunos ingredientes. El corocoro se tiene desde los tiempos de la independencia como el pescado del pueblo margariteño.
Si de sopas se trata, los frutos del mar cobran especial relevancia. El asopado y la fosforera son muy buscados y recomendados. Esta última debe su nombre a la gran cantidad de fósforo presente en sus ingredientes.
Tentaciones tropicales
A quien no lo endulza un dulce. Si de eso se trata Margarita cuenta con una variedad de ellos que no tienen nada que envidiarle a los de otras regiones.
Todo aquel que haya visitado la isla de Margarita, habla de su exquisita comida, pero pocos conocen los dulces criollos propios de estas tierras, pero que son una verdadera tentación para quien tiene la suerte de probarlos.
Jaleas y conservas, elaborados con frutas tropicales son muy famosos. Pero el representa a Margarita es el piñonate es una panela compacta forrada en hojas de plátanos elaborado con lechosa rayada, conchas de naranja y papelón,y cuya preparación puede tardar hasta tres días.
María Orsatti